¿Será verdad? ¿Volveré a mi tranquilo valle y las campanas no resonarán como antes en mi corazón, y la luz encendida al pie del retablo antiguo no brillará como antes a mis ojos, y el campo no tendrá los mismos aromas, ni el horizonte los mismos destellos que en mi infancia, cuando las ilusiones se teñían en las florestas como las alitas de las mariposas, o la fe libaba esperanzas en la lejana estrella, como la abeja miel en la flor del cantueso y del romero? Si ha de suceder así, no me lo digas, y déjame que avive en la memoria, con toda la fuerza de mis recuerdos aquellos días en que no contábamos los años y en que no caían sobre nuestras cabezas las escarchas.
Septiembre de 1879
Recuerdos de Elda o las fiestas de mi pueblo.
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